En salud mental, la ¿cronicidad¿ ha pasado de necesidad de largos tiempos de cuidados a dé.cits de ajuste entre necesidades de los pacientes y oferta sociosanitaria comunitaria. Los mantenimientos con opiáceos han tendido a la reducción de daños, con gran efectividad, pero arrastrando la etiqueta de ¿croni.cadores¿. Aunque la masificación puede alargar permanencias, los mantenimientos largos son soporte prolongado para romper la ¿cronicidad¿ de los problemas de la adicción. A mayor efectividad, menor será la cronicidad, entendida como dependencia del tratamiento, que no propiciaría la autonomía para una vida sin drogas. La calidad pasaría por dar a los pacientes lo que necesitan o demandan, disminuyendo sus discapacidades y cronificación.
La ventaja de un sistema de calidad es que su gestión implica mejora continúa. Y esta pasa por la completa integración de los PMMs en la red sanitaria general, consiguiendo así una atención integral e integrada. Y por la definición de subprogramas, desde la abstinencia a lo paliativo, y de procedimientos en cada uno de ellos, además de diversificar niveles asistenciales. Es necesaria la adaptación a nuevas necesidades en viejos consumidores y a nuevos usuarios, actualizando objetivos e indicadores, identificando variables relacionadas con efectividad y cronicidad. El éxito de los PMMs para contener el sida no debe hacer olvidar que son verdaderos tratamientos biopsicosociales de efectividad contrastada, y que deberán de ser por ello adecuados a este objetivo.