Las adolescentes constituyen un grupo etario con necesidades específicas respecto a su salud, debido a la transición de cambios biopsicosociales propios de esta etapa y a las características de vulnerabilidad que presentan, así mismo como a los aspectos que comprenden los cambios anatomofisiológicos, las múltiples actividades que desempeñan y las implicaciones impuestas por el rol asignado, lo que favorece la adquisición de patrones de conducta que pueden tener efectos positivos o negativos perdurables en su desarrollo. Aunado a lo anterior los determinantes sociales de la salud (DSS) generan una fuerte influencia en el desarrollo de las personas a lo largo de las distintas etapas del ciclo de la vida y a su vez las estructuras sociales, normativas, económicas, la pertinencia de los servicios; así como la accesibilidad de estos condiciona la existencia de subgrupos siendo susceptibles a desigualdades e inequidades que merman la salud de los distintos grupos de población. La salud de las mujeres en la etapa de la adolescencia enfrenta una de las principales problemáticas a nivel nacional que está relacionada con el consumo de sustancias adictivas como el alcohol y el tabaco que suelen consumirse recurrente como parte de una normalización social en el medio donde residen, así como para la aceptación de grupos de pertenencia y el afrontamiento ante eventos de estrés. La participación comunitaria en colaboración con el profesional de enfermería favorecen la promoción de la salud de las adolescentes al conjuntar esfuerzos que construyan estilos de vida saludables en contextos donde la desigualdad de circunstancias suele ser marcada por la precariedad económica