Las personas consumidoras de drogas se exponen a daños sociales y a la salud en contextos de marginación social y estigmatización propiciados por las políticas prohibicionistas. Frente a estas consecuencias negativas, los programas de reducción de daños surgen como estrategia para minimizar los daños del consumo de drogas y mejorar la calidad de vida de esta población. Dichos programas se llevan a cabo en servicios comunitarios, hospitalarios y penitenciarios, donde las profesionales de enfermería son clave para dar una atención integral. Las enfermeras ofrecen una atención centrada en las necesidades de las personas usuarias, mediante la educación sanitaria y unos cuidados especializados. Con este fin, la relación terapéutica se establece como una interacción de confianza y respeto para favorecer los procesos de recuperación. La evidencia científica corrobora que la perspectiva de reducción de daños tiene un impacto positivo en la ética y la práctica de enfermería dirigida a las personas consumidoras. Por este motivo, es imperativo defender y promocionar el paradigma de reducción de daños entre las profesionales de enfermería para expandir el impacto de sus intervenciones.