La Atención Primaria (AP) y la comunidad constituyen el medio asistencial primordial para el manejo de la fragilidad. Se cuenta con buenas directrices (Estrategia y Consenso del Sistema Nacional de Salud, Acción Conjunta Europea ADVANTAGE, recomendaciones del Programa de Actividades de Prevención y de Promoción de la Salud de la Sociedad Española de Medicina familiar y Comunitaria:
PAPPS-semFYC, guía Fisterra...); no obstante, su implantación no se está dando con la magnitud ni rapidez esperada, considerando también la influencia de la pandemia por la COVID-19.
La detección y manejo de la fragilidad exige un trabajo multidisciplinar de profesionales que habitualmente desarrollan su actividad en el primer nivel asistencial (profesionales de medicina, enfermería y trabajo social), junto con otros cuya integración es aconsejable (nutricionistas, fisioterapeutas, etc...) y contando con otros profesionales de referencia (geriatras). Por otro lado, es necesario trabajar con enfoques integrales basados en una buena coordinación entre AP y la Comunidad, existiendo diversas experiencias en este sentido. El apoyo de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) puede ser muy interesante, existiendo herramientas tanto para usuarios y personas cuidadoras (por ej. VIVIFRAIL), como para profesionales sociosanitarios (por ej. VALINTAN o WHO ICOPE-Handbook App).
Deben consolidarse las estrategias para intervenir en fragilidad de una manera más efectiva y sistemática: con la formación adecuada de los profesionales, establecimiento de campañas y difusión que hagan visualizar la relevancia y extender su intervención, priorizando las actividades asistenciales programadas más efectivas (destacando la fragilidad), a través del trabajo multidisciplinar con coordinación y participación de los diferentes niveles asistenciales y comunitarios y de los propios pacientes, y dotando de medios y recursos a la AP.
Primary Care (PC) and community are the priority health sites for the detection and management of frailty. There are good guidelines (Strategy and consensus of the National Health Service, ADVANTAGE European Joint Action, recommendations of the Program of Prevention and Health Promotion Activities of the Spanish Society of Family and Community Medicine PAPPS-semFYC, Fisterra guideline);
however, its implementation is not taking place with the expected magnitude or speed, also considering the influence of the COVID-19 pandemic.
The detection and management of frailty requires multidisciplinary work by professionals who usually carry out their activity at the first level of care (physicians, nurses, social workers), with others whose integration is advisable (nutritionists, physiotherapists, etc.); and counting on others of reference (geriatricians). On the other hand, it is necessary to work with comprehensive approaches based on good coordination between PC and the Community, with various experiences in this regard. The support by the Information and Communication Technologies (ICT) can be very interesting, with tools for both users and careers (e.g., VIVIFRAIL), as well as for social and health professionals (e.g., VALINTAN or WHO ICOPE-Handbook App).
Strategies to intervene in fragility in a more effective and systematic way must be consolidated: with an adequate professional training, establishment of campaigns and dissemination ways for visualizing its relevance and extend their intervention, prioritization of the most effective programmed assistance activities (highlighting fragility), multidisciplinary work with coordination and participation of the different healthcare and community levels and of the patients themselves, and providing the PC with adequate resources.