La investigación sobre la eficacia de la arteterapia en el ámbito de la salud mental es poco concluyente. Pacientes y terapeutas coinciden a menudo en señalar su utilidad para el desarrollo de la expresión, la comunicación, la socialización y la autoconciencia, pero al ceñirse en la investigación, no se encuentra evidencia de que lo consiga. Tomando el diagnóstico de esquizofrenia como referente se encuentra que frente a los estudios que sugieren una mejoría en la salud mental global, el funcionamiento social y la calidad de las relaciones interpersonales, hay otros que no encuentran mejoría significativa ni en variables principales, como funcionalidad global y sintomatología global, ni en otras asociadas como asistencia al grupo, funcionamiento social, satisfacción con el tratamiento o impacto sobre la sintomatología negativa. Las sucesivas revisiones consultadas sugieren que esta contradicción en los resultados podría deberse a limitaciones metodológicas y recomiendan clarificar aspectos relacionados con el cómo, por qué y para quién es útil la arteterapia, así como identificar los mecanismos que dan soporte o vehiculizan la intervención.
A partir de aquí, en el presente artículo, décimo y último de la Serie Arteterapia, se expone una vía de trabajo que se ha ido desarrollando a lo largo de 20 años en un hospital de día de psiquiatría, como coadyuvante del tratamiento de personas con diagnóstico de enfermedad mental grave, mayoritariamente esquizofrenia.
Research on the efficacy of Art Therapy in the mental health setting has been inconclusive. Patients and therapists often coincide in highlighting its usefulness for developing expression, communication, socialization and self-awareness; but in terms of strict research, there is no evidence showing that this is achieved. Taking the diagnosis of schizophrenia as reference, there are studies suggesting an improvement in overall mental health, social performance and the quality of interpersonal relationships; however, other studies have found no significant improvement either in primary variables, such as overall functionality and overall symptomatology, or in other associated variables, such as attendance to the group, social performance, satisfaction with treatment or impact on negative symptomatology. The subsequent reviews consulted suggest that this contradictory results could be due to methodological limitations, and recommend clarifying aspects regarding how, why and for whom is Art Therapy useful, as well as to identify those mechanisms supporting or conveying the intervention.
From now on, this article, the tenth and last in the Art Therapy Series, presents a way of working that has been developing over 20 years in a Psychiatry Day Hospital, as coadjuvant treatment for persons diagnosed with severe mental disease, mostly schizophrenia.