Objetivos: Revisar el efecto de nuestras practicas habituales de soporte nutricional en pacientes críticos y establecer nuevas hipótesis de trabajo.
Métodos: Estudio retrospectivo observacional sobre pacientes críticos sometidos a nutrición artificial en el período de un año. Se describe el protocolo de soporte nutricional y se estudian las siguientes variables: APACHE II, retraso en el inicio del soporte nutricional, la vía de administración, el aporte calórico durante la primera semana de soporte nutricional, tipo de paciente, estancia en la unidad, incidencia de infección nosocomial, presencia de complicaciones gastrointestinales y mortalidad. Se estudian los resultados obtenidos y las posibles relaciones entre el tiempo de inicio, la vía de administración y el aporte calórico con los resultados:
mortalidad, infección nosocomial, duración de la ventilación mecánica y estancia en la Unidad.
Resultados: 102 pacientes que recibieron soporte nutricional fueron seleccionados para el estudio. Estos pacientes mostraron una mayor gravedad, mortalidad y complicaciones infecciosas que los pacientes críticos no sometidos a soporte nutricional. La nutrición enteral fue utilizada en el 41% de los casos, la parenteral en el 40% y la nutrición combinada en el 19%. El soporte nutricional se inició a los 3,1 ± 1,9 días de media, existiendo diferencias entre los pacientes que sobrevivieron y los que no (2,82 ± 1.65 vs 3,74 ± 2,33 días). Los pacientes recibieron el 58 ± 28% de sus requerimientos durante la primera semana de soporte nutricional y no se encontró relación del aporte calórico con la mortalidad, aunque sí con la incidencia de infección nosocomial. Hubo diferencias entre la vía de administración y los siguientes datos: tipo de paciente, aporte calórico, la estancia en UCI y la duración de la ventilación mecánica.
Conclusiones: El conjunto de pacientes sometido a soporte nutricional, son pacientes más graves y con peores resultados que los pacientes sin indicación de soporte nutricional. En nuestro estudio el inicio precoz del soporte nutricional, se asoció con una menor mortalidad, aunque no con una menor incidencia de complicaciones infecciosas. El aporte calórico fue bajo, especialmente en pacientes con nutrición enteral, aunque no se relacionó con la mortalidad. Obtuvimos unos mejores resultados clínicos con nutrición parenteral que con la enteral o la parenteral suplementaria. La nueva hipótesis que planteamos es si un aporte calórico moderado y precoz podría asociarse a mejores resultados clínicos, independientemente de la ruta de administración del soporte nutricional.