María Ortiz Soriano
Yo estaba en la habitación número 13. Lo recuerdo porque en esa habitación habían muerto los últimos tres pacientes que habían ingresado. Los familiares de los otros pacientes empezaban a hablar de malos fario e, incluso, miraban a los que ingresaban allí con pena, como si aquella habitación les estuviese condenando a morir. El señor al que yo estaba atendiendo se estaba muriendo. Tenía noventa y cuatro años y cáncer de colon. Cuando su hermana, casi tan anciana como él, nos dijo con cara de preocupación que �el goteo no caía�, recuerdo que pensé: �¿pensará que ese goteo le va a salvar la vida?� Aún así, como es lógico, acudí a su llamada.