Todos los datos disponibles revelan en los últimos años un deterioro paulatino de la calidad de la dieta ingerida en toda Europa así como una insuficiente práctica de la actividad física con el consiguiente incremento del sobrepeso y la obesidad en la población de la Unión Europea. Científicamente, se ha podido demostrar la relación existente entre la dieta, la actividad física y la salud, en particular en lo que respecta a su papel en la aparición de ciertas patologías crónicas. En un futuro cercano, cabe esperar su aumento y la reducción de la esperanza y calidad de vida.
Los determinantes fundamentales de los factores de riesgo son los cambios producidos en la dieta, conducentes a una mayor densidad energética, el incremento de la ingestión de grasa saturada y de grasa hidrogenada, la reducción del consumo de carbohidratos complejos y de fibra así como una reducción de la ingestión de frutas y verduras. La prevención podría ser muy eficaz si toda la población adaptara sus estilos de vida (dieta, tabaquismo, actividad física) a las recomendaciones.
En España destaca la evolución de las personas con sobrepeso y obesidad: el 45,4% en 1995 y el 53,3% en 2006, de modo que en una década la prevalencia de personas con índice de masa corporal superior al aconsejado aumentó cerca del 8%.
El seguimiento de dietas variadas y equilibradas así como el fomento de la actividad física son herramientas imprescindibles para la mejora de la calidad y la esperanza de vida de la población. Los contenidos de las directrices alimentarias deben ser trasladados a la población mediante diferentes modelos o patrones basados en alimentos, siendo también necesario potenciar y perfeccionar los programas de información y educación nutricional de la población. Con este fin, se han elaborado unas Recomendaciones para una alimentación equilibrada por parte de la Sociedad española de dietética y ciencias de la alimentación.