La alergia alimentaria tiene una importancia creciente dentro de las enfermedades alérgicas. Sólo unos pocos alimentos son responsables de la mayor parte de las reacciones alérgicas: huevo, leche, pescado y frutos secos en el niño; frutos secos, frutas frescas, pescado y mariscos en el adulto. Los síntomas de las reacciones alérgicas a alimentos afectan fundamentalmente a la piel, tracto digestivo y, en menor grado al aparato respiratorio y pueden producirse por alergia inmediata, mediada por IgE, o por mecanismos no IgE. La piel es el órgano que más se afecta en las reacciones mediadas por IgE, mientras que la afectación aislada del tracto gastrointestinal es característica de las reacciones no mediadas por IgE. En el diagnóstico de la alergia alimentaria es útil su clasificación en síndromes mediados o no mediados por IgE, ya que aunque la evaluación clínica inicial es similar, la valoración definitiva varia considerablemente. Una vez diagnosticada adecuadamente, el único tratamiento eficaz actualmente disponible es la dieta de eliminación rigurosa del o de los alimentos implicados.