La etiología del cáncer colorrectal (CCR) implica la interacción entre los cambios celulares moleculares y los factores ambientales, con un gran énfasis sobre los componentes de la dieta. Pero los caminos que conectan las características del estilo de vida con la carcinogénesis siguen siendo inciertos. En las dietas occidentales se encuentran, habitualmente, diversos factores de riesgo como las concentraciones elevadas de grasa y proteínas de origen animal, así como cantidades bajas de fibra, frutas y vegetales. Un gran número de estudios experimentales han encontrado que la fibra contrarresta la inducción de neoplasia, especialmente en relación con la fibra fermentable (salvado de trigo y celulosa). Los estudios de correlación epidemiológica también han indicado que una mayor ingestión de vegetales, frutas, cereales y semillas se asocia con un riego menor de neoplasia colorrectal.
Además, en más de la mitad de los estudios de casos-control, se documentaron las propiedades beneficiosas de la fibra (especialmente de origen vegetal). Sin embargo, los datos epidemiológicos recientes de estudios longitudinales y de distribución aleatoria no tendían a apoyar esta influencia. La investigación futura debería evaluar qué fuentes de fibra proporcionan una protección antineoplásica realizando estudios de intervención con fibras concretas, durante periodos más prolongados. Las carnes rojas y las procesadas, y quizás los hidratos de carbono refinados, también están implicadas en el riesgo de CCR. Están bien aceptadas las recomendaciones para disminuir la ingestión de carne roja, aunque la cantidad total y la composición de ácidos grasos concretos pueden tener efectos distintos en este contexto. La evidencia actual se decanta por la sustitución de los ácidos grasos de cadena larga y media y del ácido araquidónico por los ácidos grasos de cadena corta y por el ácido eicosanopentanoico.
El exceso de peso corporal y el exceso de aporte de energía que induce una hiperinsulinemia también se han relacionado con el CCR, así como los hábitos personales como la inactividad física, el consumo elevado de alcohol, el tabaquismo y el consumo bajo de folatos y metionina. Por lo tanto, las recomendaciones actuales