La presente tesis se enmarca dentro el paradigma cualitativo constructivista, teniendo cabida todos los enfoques y vías de investigación que aporten información sobre la historia de la enfermería en Asturias. El método utilizado es el sociohistórico, con un enfoque temático (enfermería), territorial (Principado de Asturias) y cronológico (segunda mitad del siglo XIX, con el establecimiento del corpus legislativo, y 1977, año en que la enfermería pasa a ser una profesión universitaria), para la descripción y determinación de espacios de inteligibilidad que explique las características de la profesionalización de la enfermería en dicha autonomía.
En dicho contexto, la investigación histórica sobre la profesionalización de la historia de la enfermería en Asturias se complementó con otra biográfico-narrativa de profesionales identificados, abriendo una puerta al mundo de la identidad, de los significados y del saber práctico y de las claves cotidianas presentes en los procesos de interrelación, identificación y reconstrucción profesional y personal.
En Asturias, como en el resto de España, el ejercicio profesional de la enfermería ha sido históricamente muy diverso. Correspondió a órdenes religiosas en un comienzo y posteriormente estuvo ligado al desarrollo social de cada provincia y de las instituciones donde realizaban su actividad profesional. Las primeras noticias sobre la formación de enfermeras seglares, en Asturias, proceden de la Cruz Roja de Oviedo y Gijón y datan de 1918. Hasta entonces los cuidados habían estado en manos de religiosos e instituciones de caridad en su mayoría. El distrito universitario del que dependía Asturias era Valladolid, donde acudían a obtener sus títulos los escasos practicantes y matronas que han podido documentarse. En 1924, se inauguró la Escuela de Puericultura Provincial de Gijón, que fue la primera de su clase en España después de la Nacional. En orden cronológico, se sucedieron: en 1940, la Escuela de Practicantes y Matronas del Orfanato Minero, que con el tiempo se convirtió en la Escuela del Hospital General de Asturias; en 1942, la Escuela de Enfermeras de FET y de las JONS; entre 1957 y 1977, las escuelas de ATS femeninas del Instituto Nacional de Previsión (INP) en Oviedo, Avilés, Gijón y Mieres, y, por último, en 1975 se inauguró la Escuela de ATS masculinos de la Universidad de Oviedo en el edificio de la Facultad de Medicina (Chamizo, 1999). Desde 1977, existen en el Principado de Asturias dos escuelas universitarias de enfermería dependientes de la Universidad de Oviedo, una ubicada en el Campus de Oviedo, y otra, en Gijón, incluida en el Hospital de Cabueñes y dependiente del Servicio Asturiano de Salud (SESPA).
La enfermería asturiana ha contribuido socialmente a la ayuda y mejora de la situación de la salud en Asturias; destaca la popularidad del colectivo, como lo demuestran ciertas calles dedicadas a varios practicantes y enfermeras. También ha aportado, en el ámbito nacional, unos de los primeros manuales de enseñanza (María Neira de Terreros en la Cruz Roja), y líderes de enfermería como Teresa Junquera y el modelo profesional de enfermería implantado en 1961 en el Hospital General de Asturias con la organización de la atención de enfermería en tres turnos, la creación de las unidades de enfermería y la utilización de registro de constantes y cuidados en las historias clínicas.
En el complejo proceso de profesionalización de la enfermería en Asturias se observan rupturas y continuidades estructurales componiendo tres espacios de inteligibilidad con características propias: empírico-vocacional (1830-1977), seglar técnica (1857-1953) y de acción social (1915-1953), y como agente de cambio (1954-1977). Estos espacios de tiempo se superponen y se entrelazan con unos ejes de evolución ideológica entre los que destacan: la secularización relativa, aún no cumplida, como se observa en corrientes o bandos internos según grados de fidelidad a determinados líderes o procesos de inclusión-exclusión, herejía-ortodoxia, premio-castigo parecidos a los desarrollados a lo largo de la historia en los diversos tipos de organizaciones religiosas; la teoría de la supuesta inferioridad intelectual de la mujer (enfermeras sirvientes-incultas) se sustituyó por la teoría de la diferenciación sexual y de la complementariedad de sexos, lo que llevó a las enfermeras a asumir su lucha por la emancipación adoptando funciones maternales, obviando, de esta manera, una fundamentación profesional basada en el principio de la igualdad y consiguiendo cambiar los servilismos de género entre profesionales de igual categoría (practicantes y enfermeras) por un patriarcado médico enfundado en un paternalismo social; en la guerra civil, la ideología marxista sucumbió ante la fascista, y en los años del franquismo la mística de la feminidad, promovida por la Falange y el Servicio Social, hizo que las enfermeras se convirtieran en perfectas organizadoras del hospital subordinándose totalmente al médico; por último, en el seno de los movimientos contraculturales y de izquierdas resurgió el movimiento colectivo de mujeres o feminismo de las décadas de 1960-1970, que coincidió con el inicio de las revueltas estudiantiles y el período final de la Dictadura franquista y que constató que, independientemente de las conquistas logradas (voto, educación, acceso a las profesiones), las mujeres no ocupaban en la sociedad una posición paritaria respecto a los varones, como ocurría en la enfermería, que no tenía acceso a la educación superior.
A partir de 1977, y tras el acceso a la Universidad, la enfermería logró los ingredientes para considerarse una profesión moderna en el término establecido en esta tesis (autonomía, pericia distintiva y control sobre la práctica y la formación universitaria, además de un código deontológico que regula las relaciones entre los profesionales y los usuarios).
Considerando todo lo anterior, se concluye que, independientemente de que en el siglo XIX hubiera ya en España «profesionales» de los cuidados, la profesión de enfermería se configuró en Asturias, fundamentalmente, avanzado el siglo XX (1961-1977) debido a las circunstancias históricas y sociales que concurrieron. Por tanto, creo que los antecedentes formarán parte de los prolegómenos, serán los precursores, o simplemente configurarán elementos de la historia de la solidaridad humana, pero afrontar con rigor la historia de la enfermería como una disciplina que quiere ser científica, y de una profesión, en el sentido moderno del término, excluye remontarse a una época anterior a la última década del siglo XIX en España, y anterior al último tercio del siglo XX en Asturias.