El cuidado, ha sido asumido tradicionalmente y en la mayoría de las culturas como un rol ligado a las mujeres. Pero, a pesar de la importancia para la humanidad, el androcentrismo de nuestras sociedades ha contribuido a la invisibilidad y desvalorización del cuidado prestado por las mujeres.
Hoy en día, en nuestro medio, el cuidado se empieza a valorar y las instituciones empiezan a ser conscientes de su importancia. Sería imposible para un estado, y más en época de crisis económica, el asumir los cuidados de poblaciones envejecidas como la europea.
Las personas cuidadoras de familiares dependientes, soportan una gran carga física y emocional, por el proceso de dependencia y enfermedad de su familiar. La carga emocional apenas ha sido evidenciada en la literatura científica, de ahí nuestro interés en profundizar en el tema de las emociones en esta población.
Este estudio se centra en el análisis de las vivencias, sentimientos y emociones presentes en las personas cuidadoras, así como en las estrategias de afrontamiento que utilizan. El principal objetivo es realizar una aproximación al cuidado familiar de personas dependientes en la ciudad de Sevilla, a través de los discursos de sus protagonistas, las personas cuidadoras familiares y profesionales de la salud, con una perspectiva de género. Al mismo tiempo se pretende aportar un modelo explicativo sobre el coste emocional generado de la acción de cuidar a familiares dependientes, a través de la teoría fundamentada.
Utilizando una metodología cualitativa, han participado 96 sujetos entre personas cuidadoras y profesionales de la salud.
Se realizaron 44 entrevistas en profundidad semi-estructuradas a personas cuidadoras familiares de personas dependientes, seleccionadas mediante un muestreo teórico o intencionado, definiéndose como criterios de segmentación la estrategia de cuidados, el género y, el nivel socioeconómico. Así, se determinaron 18 perfiles básicos.
Así mismo, se realizaron 6 grupos de discusión, 3 de profesionales de la salud y otros 3 de personas cuidadoras. Los criterios mínimos de homogeneidad los proporcionó el grupo profesional, o el nivel socioeconómico en los grupos de personas cuidadoras. Se contemplaron como criterios de heterogeneidad en los profesionales, el sexo, el nivel de atención, y la población atendida. En las personas cuidadoras fueron, el sexo, el parentesco, tiempo que llevan cuidando, la ayuda familiar y, la ayuda institucional.
A partir de la triangulación (fuentes, investigadoras, técnicas, disciplinas) de los resultados obtenidos, se obtuvieron las siguientes conclusiones:
Es escasa la evidencia científica disponible sobre el proceso emocional en personas cuidadoras familiares.
El coste económico, laboral, de salud y de oportunidad es mayor para las mujeres que para los hombres que se dedican a cuidar.
Existen diferencias entre hombres y mujeres, tanto en las tareas de cuidado que asumen, como en las estrategias de afrontamiento que utilizan en el cuidado diario del familiar dependiente.
Son los hombres quienes mejor protegen su espacio personal y reciben más apoyos externos.
Se constata una jerarquía de personas que cuidan basadas en la cercanía de parentesco y género. Se sigue manteniendo la idea de que cuidar es un deber en primer lugar de las mujeres de la familia.
El grado de parentesco para asumir los cuidados sería en grado decreciente: esposa, hija, nuera... esposo, e hijo.
Las mujeres verbalizan más que los hombres su situación de sobrecarga y estrés, y manifiestan más expresiones de ansiedad, soledad y culpabilidad que los hombres.
Al mismo tiempo, sienten mayor responsabilidad que los hombres a la hora de dejar a la persona dependiente sola o con otras personas cuidadoras.
La culpa es un sentimiento muy presente en el colectivo de personas cuidadoras, siendo el ingreso del familiar en una institución el principal motivo generador de dicha culpa.
Las estrategias de afrontamiento derivadas del cuidado más utilizadas son: a) centradas en el problema, tales como la resolución de problemas, búsqueda de información, búsqueda de apoyo social, negociación y, b) centradas en las emociones, como distracción, huida, rumiación, oposición, rituales religiosos, aislamiento social, reevaluación positiva, y regulación afectiva.
Por último se constata la necesidad de que los y las profesionales de la salud adquieran competencias en el abordaje de la respuesta emocional de las personas cuidadoras, por lo que sería conveniente incluir esta formación en las carreras de salud.