María Vega Almazán Fernández de Bobadilla, Jesús Tercedor Sánchez
Contexto: la alopecia areata es un proceso adquirido de base autoinmunitaria con prevalencia del 25% en la población infantil. Es una alopecia no cicatricial que puede desencadenarse por estrés. Tiene alta incidencia y se asocia a otras condiciones autoinmunes. Los niños han estado sometido a altos niveles de tensión emocional durante la pandemia COVID-19.
Caso clínico: se presentan cuatro casos de pacientes pediátricos de una consulta de pediatría de atención primaria acontecidos durante el periodo de confinamiento por la pandemia COVID-19. Dos de los pacientes recibieron atención en la Unidad de Dermatología infantil debido a la rápida progresión. Uno de los casos, con placa alopecia aislada, presentó evolución favorable sin necesidad de tratamiento con resolución espontánea. Fue necesaria la atención psicológica en dos de los menores.
Conclusiones: la situación vivida en la pandemia ha desencadenado brotes de enfermedades dermatológicas con influencia psicológica, como psoriasis, urticaria crónica, dermatitis atópica, efluvio telógeno y alopecia areata. Es quizás el estrés agudo (menor de 2 meses de duración) el que puede influir más. La relación entre alopecia areata y desórdenes psiquiátricos es un círculo vicioso: tanto el estrés puede desencadenarla como, a su vez, la aparición de la misma puede derivar en trastornos ansioso depresivos con efectos sociales que influyen en la calidad de vida y que pueden requerir atención psicológica.