Las condiciones que sufren las personas sin hogar constituyen probablemente el peor rostro de la exclusión social en nuestro país y además el más visible. A pesar de ello, el sinhogarismo es uno de los fenómenos peor conocidos y que ha adolecido de falta de políticas integrales en su intervención.
Las personas sin hogar enfrentan importantes desafíos como la pobreza, la marginación y la exclusión social, lo que provoca un aumento de enfermedades físicas, mentales, adicciones y vulnerabilidad frente a todo tipo de violencias.
Muchos de los problemas de salud que padecen no son tratados adecuadamente por las numerosas barreras que encuentran en su camino y que dificultan el acceso a la atención médica. Por ello, la salud de las personas sin hogar es significativamente peor que la del resto de la ciudadanía1.
Por otro lado, la falta de políticas públicas, recursos médicos especializados y programas específicos dirigidos a esta población, aceleran el deterioro de la salud, el envejecimiento y la muerte prematura de las personas sin hogar.
The conditions of the homeless are probably the worst and most visible aspect of social exclusion in our country. Despite this, homelessness is one of the worst-known phenomena and has suffered from a lack of comprehensive policies in its intervention.
Homeless people face significant challenges such as poverty, marginalization and social exclusion which leads to an increase in physical illness, mental illness, addiction and vulnerability to all forms of violence.
Many of the health problems they suffer are not properly addressed by the numerous barriers that they encounter in their path and which hinder their access to medical care. Because of all this, homeless people’s health is significantly worse than that of other citizens1.
On the other hand, the lack of public policies, specialized medical resources and specific programmes aimed at this population, accelerate the deterioration of health, aging and premature death of homeless people.