Mario Cantador López, Lidia Yolanda Azuara Amores, Cristina Tanase, Pilar Beamuz Molero, Angel Ojeda Gaitan, Désirée Carilla Pina
Este artículo presenta el caso clínico de una paciente de 90 años inmovilizada, manejado mediante visitas domiciliarias programadas de enfermería. La paciente, viuda y madre de un hijo, vive con su hermana en una vivienda con barreras arquitectónicas, lo que agrava su inmovilidad. Recibe asistencia diaria de cuidadores formales y cuenta con apoyo parcial del sistema de dependencia, aunque el apoyo social es insuficiente.
La paciente no camina desde hace dos años y depende completamente de terceros para las actividades básicas de la vida diaria (ABVD). Presenta dificultades en la masticación y deglución, incontinencia doble, y se encuentra desorientada en tiempo y persona. Su estado de salud incluye úlceras por presión (UPP) en el trocánter derecho y la zona sacra, resultado de la insuficiencia de cambios posturales.
La valoración inicial de enfermería, basada en el modelo de necesidades básicas de Virginia Henderson, reveló múltiples alteraciones en alimentación, eliminación, movilidad, comunicación y cognición. Las evaluaciones clinimétricas arrojaron un alto riesgo de UPP (Escala de Norton, puntuación de 10), dependencia total (Índice de Barthel, puntuación de 10) y deterioro cognitivo moderado (Escala de Pfeiffer, puntuación de 8).
Los diagnósticos de enfermería incluyen incontinencia urinaria total, riesgo de caídas, y deterioro de la integridad cutánea. Las intervenciones están orientadas a mejorar la integridad tisular, prevenir caídas, y manejar las heridas. Los procedimientos terapéuticos incluyen la cura de UPP y la toma regular de constantes vitales.
La educación sanitaria a los cuidadores se centra en la importancia de los cambios posturales, la higiene postural, y la prevención y manejo de UPP. Este caso resalta la necesidad de un enfoque integral y coordinado para el manejo de pacientes inmovilizados en el entorno domiciliario, subrayando la importancia del apoyo social y la educación sanitaria para mejorar la calidad de vida del paciente.
This article presents the clinical case of a 90-year-old immobile patient, managed by scheduled nursing home visits. The patient, a widowed mother of one child, lives with her sister in a house with architectural barriers, which aggravates her immobility. She receives daily assistance from formal caregivers and has partial support from the dependency system, although social support is insufficient.
The patient has not been walking for two years and is completely dependent on third parties for basic activities of daily living (BADL). She presents difficulties in chewing and swallowing, double incontinence, and is disoriented in time and person. Her health condition includes pressure ulcers (PU) in the right trochanter and sacral area, resulting from insufficient postural changes.
Initial nursing assessment, based on Virginia Henderson’s basic needs model, revealed multiple impairments in feeding, elimination, mobility, communication and cognition. Clinimetric assessments yielded a high risk of PPU (Norton Scale, score of 10), total dependency (Barthel Index, score of 10) and moderate cognitive impairment (Pfeiffer Scale, score of 8).
Nursing diagnoses include total urinary incontinence, risk of falls, and impaired skin integrity. Interventions are aimed at improving tissue integrity, preventing falls, and managing wounds. Therapeutic procedures include dressing of PUs and regular taking of vital signs.
Health education to caregivers focuses on the importance of postural changes, postural hygiene, and the prevention and management of PUs. This case highlights the need for a comprehensive and coordinated approach to the management of immobilized patients in the home setting, emphasizing the importance of social support and health education to improve the patient’s quality of life.