Raquel Abad Callejas, Ana Valero Martínez, Ángel Pueyo Diarte, Paula Sánchez Parra, Ana Martínez Aso, Teresa Granada González
Los colgajos son una técnica fundamental en la cirugía reconstructiva para pacientes quemados, utilizados para cubrir defectos cutáneos y restaurar tanto la funcionalidad como la estética de las áreas afectadas. Estos colgajos consisten en trasladar tejido sano de una parte del cuerpo a otra, asegurando que el tejido trasplantado mantenga su suministro sanguíneo. Existen varios tipos de colgajos, como los locales, regionales, en isla, en avance y en rotación. Cada tipo de colgajo se elige en función de la ubicación y extensión de la quemadura, así como de la disponibilidad y características del tejido donante. Por ejemplo, el colgajo del esternón es comúnmente utilizado para el área axilar, mientras que el colgajo de antebrazo se emplea para cubrir áreas más extensas, aunque puede dejar el dorso de la mano descubierto.
Además, los avances en técnicas microquirúrgicas han permitido la utilización de colgajos libres y de perforantes para reconstrucciones más complejas, especialmente en casos de quemaduras severas que requieren un aporte vascular robusto. Los colgajos de músculo dorsal ancho, por ejemplo, son frecuentemente utilizados para el dorso de la mano y la pierna debido a su excelente vascularización y resultados estéticos satisfactorios. A pesar de los beneficios significativos que ofrecen, la selección del tipo adecuado de colgajo y la ejecución del procedimiento requieren una evaluación cuidadosa para minimizar las complicaciones y maximizar la recuperación funcional y estética del paciente, además de que esa elección será consensuada e informada con el paciente.
La utilización de colgajos en pacientes quemados está justificada por su capacidad para proporcionar una solución integral y efectiva a los desafíos que presentan las quemaduras profundas y extensas. Su empleo no solo mejora la viabilidad y funcionalidad del tejido trasplantado, sino que también contribuye a la recuperación estética y psicológica del paciente, reduciendo las tasas de morbilidad y optimizando los resultados a largo plazo.
Flaps are a fundamental technique in reconstructive surgery for burn patients, used to cover skin defects and restore both the functionality and aesthetics of the affected areas. These flaps involve moving healthy tissue from one part of the body to another, ensuring that the transplanted tissue maintains its blood supply. There are several types of flaps, such as local, regional, island, advancement and rotation. Each type of flap is chosen based on the location and extent of the burn, as well as the availability and characteristics of the donor tissue. For example, the sternum flap is commonly used for the axillary area, while the forearm flap is used to cover larger areas, although it may leave the back of the hand uncovered.
Additionally, advances in microsurgical techniques have allowed the use of free and perforator flaps for more complex reconstructions, especially in cases of severe burns that require a robust vascular supply. Latissimus dorsi muscle flaps, for example, are frequently used for the dorsum of the hand and leg due to their excellent vascularization and satisfactory aesthetic results. Despite the significant benefits they offer, the selection of the appropriate type of flap and the execution of the procedure require careful evaluation to minimize complications and maximize the functional and aesthetic recovery of the patient, in addition to this choice being agreed and informed with the patient.
The use of flaps in burn patients is justified by their ability to provide a comprehensive and effective solution to the challenges presented by deep and extensive burns. Its use not only improves the viability and functionality of the transplanted tissue, but also contributes to the aesthetic and psychological recovery of the patient, reducing morbidity rates and optimizing long-term results.