Elvira María Gracia Esteve, Marta Espona Vizán, María del Pilar Sáez Ruiz, Rosa Isabel Rodríguez Castillo, Sara Allona López, África Borja Navarro
La mononucleosis infecciosa es una enfermedad viral aguda, predominantemente causada por el virus de Epstein-Barr, aunque también puede ser desencadenada por otros virus como el citomegalovirus. Se transmite principalmente a través de la saliva, de ahí su apodo popular «enfermedad del beso», pero también puede propagarse mediante la tos, estornudos y el intercambio de objetos contaminados.
Los signos y síntomas clínicos característicos de la mononucleosis incluyen fiebre, faringitis, amigdalitis, linfadenopatía cervical, esplenomegalia y, en algunos casos, hepatomegalia. El diagnóstico de la mononucleosis infecciosa se basa en la presentación clínica, apoyada por pruebas de laboratorio, como el frotis de sangre periférica para detectar linfocitos atípicos y la prueba de anticuerpos heterófilos, como la prueba de Monospot. La serología para anticuerpos específicos contra el Epstein-Barr también puede confirmar el diagnóstico. El tratamiento de la mononucleosis es principalmente de apoyo, ya que no existen terapias antivirales específicas. Se enfoca en aliviar los síntomas, como el dolor y la fiebre, a través del uso de analgésicos y antipiréticos, reposo, hidratación adecuada y una dieta balanceada.
La atención de enfermería desempeña un papel crucial en el manejo de la mononucleosis. Esto incluye el monitoreo continuo de los signos vitales y síntomas del paciente, la administración de medicamentos según lo prescrito y las medidas preventivas para evitar la propagación del virus. Es importante tener en cuenta las posibles complicaciones de la mononucleosis, como la ruptura esplénica, que puede ser una emergencia médica potencialmente mortal1-6.
Infectious mononucleosis is an acute viral illness, predominantly caused by the Epstein-Barr virus, although it can also be triggered by other viruses such as cytomegalovirus. It is primarily transmitted through saliva, hence its popular nickname «the kissing disease», but can also spread through coughing, sneezing, and the exchange of contaminated objects. The characteristic clinical signs and symptoms of mononucleosis include fever, pharyngitis, tonsillitis, cervical lymphadenopathy, splenomegaly, and, in some cases, hepatomegaly. Diagnosis of infectious mononucleosis is based on clinical presentation, supported by laboratory tests, such as peripheral blood smear to detect atypical lymphocytes and the heterophile antibody test, such as the Monospot test. Serology for specific antibodies against Epstein-Barr can also confirm the diagnosis. Treatment of mononucleosis is mainly supportive, as there are no specific antiviral therapies. It focuses on relieving symptoms, such as pain and fever, through the use of analgesics and antipyretics, rest, adequate hydration, and a balanced diet. Nursing care plays a crucial role in managing mononucleosis. This includes continuous monitoring of the patient’s vital signs and symptoms, medication administration as prescribed, and preventive measures to prevent virus spread. It is important to consider the potential complications of mononucleosis, such as splenic rupture, which can be a potentially life-threatening medical emergency1-6.