Madrid, España
El ictus es considerado como un problema potencialmente grave, de consecuencias evitables y cuyo pronóstico depende de la rapidez y efectividad en las actuaciones. Afortunadamente, en lo que a la incidencia se refiere, el accidente cerebrovascular en los niños es relativamente bajo. En la edad pediátrica existe un amplio abanico de patologías que predisponen a la aparición del ACV, siendo la más frecuente la alteración cardíaca. En este caso clínico se presenta a un adolescente, con antecedentes de cardiopatía congénita y episodios de infartos cerebrales en el pasado, al cual, estando hospitalizado, se le detecta a tiempo un episodio de ictus, llevando a cabo a posteriori una minuciosa vigilancia para evitar complicaciones. Dentro de este contexto conviene reseñar que el paciente, durante el proceso de recuperación de su salud, sufrió la pérdida de un ser querido, lo cual lo llevó a un proceso de duelo durante su estancia en el hospital. Es aquí donde Enfermería ejerce el papel de asesora y apoya emocionalmente al paciente y su familia, proporcionando intimidad, respeto, empatía y escucha activa, para evitar que el adolescente confine sus propias emociones.
Stroke is considered a potentially serious problem, with avoidable consequences and whose prognosis depends on the speed and effectiveness of actions. Fortunately, in terms of incidence, stroke in children is relatively low. In the pediatric age there is a wide range of pathologies that predispose to the appearance of stroke, the most frequent being cardiac alteration. This clinical case presents an adolescent, with a history of congenital heart disease and episodes of cerebral infarction in the past, who, while hospitalized, had a stroke episode detected in time, carrying out a thorough surveillance afterwards to avoid complications. Within this context, it should be noted that the patient, during the process of recovering his health, suffered the loss of a loved one, which led him to a grieving process during his hospital stay. This is where Nursing plays the role of advisor and emotionally supports the patient and his family, providing intimacy, respect, empathy and active listening, to prevent the adolescent from confining his own emotions.