Laura Cristina Luna Oliva, Roberto Cano de la Cuerda
El retraso mental es uno de los grandes problemas médico-sociales con los que se enfrentará la sociedad del siglo xxi. Los avances en el campo de la Genética han permitido reconocer algunas formas de retraso mental, que ahora se pueden diagnosticar con gran fiabilidad. Una de estas formas es el síndrome X Frágil (SXF), descubierto a principios de los 80 y que actualmente es reconocido como la forma más común de retraso mental hereditario que se conoce. De herencia ligada al cromosoma X, este síndrome puede causar déficits intelectuales y cognoscitivos que van desde las sutiles dificultades para el aprendizaje y un cociente intelectual normal, hasta un grave retraso mental y comportamientos autistas. En este momento no hay cura para este síndrome, aunque existen muchos tratamientos disponibles. Este se aplica principalmente por medio de varias formas de terapia, incluyendo educación especial, terapia del habla y del lenguaje, terapia ocupacional y fisioterapia. La intervención médica está basada en el uso de medicación estimulante para tratar la hiperactividad y la escasa capacidad de atención de los niños con SXF. Otras medicaciones pueden ser útiles para problemas de agresividad, ansiedad, depresión u otros. Con el fin de crear y proporcionar un programa educativo, terapéutico o vocacional óptimo, es importante considerar el desarrollo global de cada individuo. Es necesario evaluar las capacidades de aprendizaje, los problemas de comportamiento específicos y las necesidades médicas. Esta recomendación es válida tanto para niños como para los adultos1.