En este artículo se presenta el relato de la experiencia de una madre que atraviesa la devastadora pérdida de su hijo Erlantzen un trágico accidente de tráfico. La narrativa explora sus emociones desde el momento inicial del suceso, describiendo la negación y la transformación de su hogar en un espacio marcado por el silencio y la tristeza. En medio de la oscuridad emocional, encuentra consuelo en gestos inesperados de compasión, como las llamadas y abrazos de amigos y familiares. La narrativa explora el oscuro momento en el que la informante considera la posibilidad de unirse a su hijo fallecido, cuestionando el propósito de su propia vida. Se destaca la importancia de los grupos de apoyo en la conexión con quienes han experimentado pérdidas similares. A pesar de que la pérdida de Erlantz siempre será una presencia, la informante aprende a equilibrar el dolor con la gratitud por los momentos compartidos.
This paper presents an account of a mother's experience of the devastating loss of her son Erlantz in a tragic road accident. The narrative explores her emotions from the initial moment of the event, describing denial and the transformation of her home into a space marked by silence and sadness. In the midst of the emotional darkness, she finds comfort in unexpected gestures of compassion, such as calls and hugs from friends and family. The narrative explores the dark moment when the informant considers joining her deceased son, questioning the purpose of her own life. The importance of support groups in connecting with those who have experienced similar losses is highlighted. Although the loss of Erlantz will always be a presence, the informant learns to balance grief with gratitude for the moments shared.