La toma de decisiones en el ámbito clínico sigue haciéndose, con mucha frecuencia, sin considerar los hallazgos de los estudios. Habitualmente, decidimos cuál es la mejor manera de actuar en situaciones concretas basándonos nuestra experiencia personal (que puede provenir de la observación o del ensayo-error) o llegando a un consenso entre las enfermeras que atienden al paciente. Parece que, aunque la investigación y la necesidad de basarnos en la mejor evidencia disponible es algo incuestionable cuando hablamos de cuidados, cuando atendemos a pacientes en el entorno clínico, obviamos esa fuente de conocimiento que es la investigación. ¿Pero realmente lo obviamos o realmente no tenemos evidencia en la que basarnos?