Fundamento: La utilización de dispositivos para la monitorización ambulatoria de la presión arterial ha proporcionado un método de medida de esta variable que evita la mayoría de las limitaciones de las medidas casuales. Así como el efecto «bata blanca» sobre las medidas convencionales de presión ha sido claramente definido y utilizado con frecuencia en la valoración de pacientes hipertensos, no existe una clara evidencia de que los monitores ambulatorios puedan influir en la presión arterial. Pacientes y método: Con el objetivo de cuantificar la extensión y duración del posible efecto presor de la monitorización ambulatoria, hemos comparado las variaciones en la presión arterial y la actividad física entre días consecutivos de monitorización en 387 pacientes (160 varones) con hipertensión arterial ligera-moderada de 54,2 (14,3) años de edad (media [DE]). La presión arterial y la frecuencia cardíaca fueron monitorizadas cada 20 min de día y cada 30 min en la noche a lo largo de 48 h consecutivas, y la actividad física fue evaluada simultáneamente con un actígrafo de muñeca cada minuto. Un tercio de los pacientes fue monitorizado en dos o más ocasiones. Resultados: En aquellos hipertensos que utilizaron el dispositivo ambulatorio por primera vez, los resultados indicaron una reducción estadísticamente significativa (p < 0,001) de la media diurna de la presión arterial durante el segundo día de monitorización en comparación con el primero, en ausencia de modificación en la frecuencia cardíaca o en la actividad física. Este efecto presor persiste durante al menos las primeras 5 h de monitorización. No existen diferencias en la presión arterial entre los dos días de monitorización en el período nocturno. Las diferencias de medida en la presión arterial entre días consecutivos desaparecen cuando los pacientes utilizan el monitor por segunda vez o posteriores. Conclusiones: La monitorización ambulatoria durante 48 h consecutivas revela un efecto presor estadísticamente significativo que refleja un proceso de adaptación a la novedad de utilizar un dispositivo ambulatorio. Este efecto tiene importantes implicaciones en la investigación y en la práctica clínica diaria, para la evaluación diagnóstica y valoración de la eficacia terapéutica.
Background: Ambulatory blood pressure monitoring is a method of blood pressure assessment that compensates for some of the limitations of office values. While a «white-coat» pressor effect on conventional determination has been defined and frequently used for the improved evaluation of hypertensive patients, there is no evidence that the ambulatory technique could also influence blood pressure. Patients and method: Aimed at testing and quantifying the extent and duration over time of a possible pressor effect due to ambulatory monitoring, we studied 387 mild-to-moderate hypertensive patients (160 men), aged 54.2 (14.3) (mean [SD]). Blood pressure and heart rate were measured at 20-min intervals during the day and at 30-min intervals at night for 48 consecutive hours, and physical activity was simultaneously evaluated at 1-min intervals by means of a wrist actigraph. One third of patients were evaluated twice or more times. Results: In hypertensive patients who were evaluated for the first time, results indicate a highly significant (p < 0.001) reduction, in the second day of monitoring as compared to the first, in the diurnal mean of systolic and diastolic blood pressure, but not in heart rate or physical activity. This pressor effect remains significant for at least the first 5 hours of monitoring. The nocturnal mean of blood pressure was, however, similar in the two days of sampling. This «ambulatory monitoring effect» could not be observed when patients were evaluated following the same sampling scheme at the second or further times. Conclusions: Ambulatory monitoring for 48 consecutive hours reveals a statistically significant pressor response that could reflect a novelty effect in the use of the monitoring device for the first time. This effect has notable implications in both research and clinical daily practice, both for proper diagnosis of hypertension and evaluation of treatment efficacy.