Sergio Javier Leyva Barajas
Debemos pensar que las personas de las diversas comunidades tienen muy arraigadas creencias sobre el proceso salud-enfermedad, y que la tarea más importante de los promotores en salud es la de enseñar, la de animar a compartir conocimientos, habilidades, experiencias e ideas. El educador en salud debe tomar en cuenta los conocimientos previos sobre salud que existen en una comunidad, sean científicos, empíricos, creencias o incluso mitos; y además de aprender de estos, o en su caso solo respetarlos, también podrá utilizarlos a favor de los objetivos de la educación. En la educación para la salud convencional se aplican diferentes modelos educativos, la mayoría derivan de un modelo vertical expositivo, donde el promotor reúne un grupo de personas en una comunidad y les da una “charla de salud”. Empleando este modelo no lograremos el objetivo, e incluso puede tener un efecto perjudicial para las personas, ya que esta postura responsabiliza (o culpa) a la población de la enfermedad, sin tomar en cuenta otros determinantes de tipo económico, social, cultural y ambiental. Con el modelo intercultural, se ha elaborado una propuesta educativa que promueve relaciones de enseñanza-aprendizaje de manera horizontal y colaborativa. Para ello se requiere socializar el conocimiento, una participación activa y el uso activo de los servicios de salud.