Paola Jiménez Alcántar, Alejandra Zarzosa Codocedo
En México, la ENSANUT (2018) informa que la población de 0 a 19 años con obesidad y sobrepeso, oscila entre 8.2 y 38.4% de acuerdo a los rangos de edad estudiados, mientras que en la población mayor a los 20 años, el 75.2% sufren obesidad o sobrepeso. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) la obesidad y el sobrepeso se definen como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud. Esta condición puede ser desencadenada por el consumo excesivo de calorías, adicionado a un estilo de vida sedentario, pero estos no son los únicos factores que pueden desencadenarla. Si bien, es un hecho que la obesidad puede ser una enfermedad genética heredada, es destacable la contribución de las “marcas epigenéticas” que adquirimos durante la gestación (heredada de los padres), y que se pueden modificar a lo largo del embarazo por las condiciones ambientales y nutricionales con los que la madre está en contacto. Estas marcas epigenéticas consisten en la adición de grupos químicos tanto en el DNA como en las proteínas asociadas al DNA que si bien, no modifican directamente la secuencia del DNA, si modifican la expresión (función) de los genes, es decir, “enciende” o “apaga” los genes cambiando las funciones del organismo. Los cambios epigenéticos que se generan durante el embarazo pueden influir en el desarrollo de la obesidad y de enfermedades crónicas en la vida adulta como diabetes, hipertensión, dislipidemia, ateroesclerosis, entre otras.