Miguel Contreras Pérez, Gustavo Santoyo Pizano
El ADN (ácido desoxirribonucleico) se encuentra en cada una de nuestras células y su estudio nos permite conocer la identidad de la persona a la que pertenece el mismo, esto mediante el uso de técnicas moleculares como la reacción en cadena de la polimerasa o PCR por sus siglas en inglés (Polymerase Chain Reaction), que no es más que la amplificación de fragmentos específicos de ADN. En las pruebas forenses moleculares se amplifican fragmentos de tamaño pequeño repetidos en tándem conocidos como STR (Short Tandem Repeats), así como polimorfismos del cromosoma Y o del ADN mitocondrial y el marcador de sexo de la amelogenina, los cuales pasan rigurosos procesos de validación y estandarización para ser utilizados con fines legales; mediante el uso de estos marcadores se generan perfiles genéticos con los que se nutren bases de datos en las que se comparan las muestras de los vestigios biológicos encontrados en las escenas del crimen; la asignación de un perfil positivo mediante la comparación de estos marcadores moleculares es sumamente confiable, ya que el encontrar una persona con un perfil genético idéntico es de 7 x 10-18, es decir, uno en cien mil billones, lo cual es prácticamente imposible, por lo que es de suma importancia el fortalecer las bases de datos de perfiles genéticos así como las colaboraciones internacionales para permitir una rápida y confiable identificación de los vestigios biológicos, con lo que se logrará la resolución de crímenes que sin el uso de estas técnicas sería imposible.