Zenaide Cavalcanti de Medeiros Kernbeis
La Organización Mundial de la Salud (OMS) se refiere a la violencia como "uno de los principales problemas de salud pública del mundo”.1 La violencia es un tema ampliamente discutido en numerosos ensayos, presentando varios indicadores relacionados con diferentes tipos de población, panoramas y metodologías; con el objetivo de sacar a la luz la gravedad y amplitud del problema y sus consecuencias para la sociedad.
En este contexto, la OMS define la violencia como el uso de la fuerza física o el poder, en la amenaza o en la práctica, contra sí mismo, otra persona o contra un grupo o comunidad; que resulta o puede resultar en sufrimiento, muerte, daño psicológico, deterioro del desarrollo o privación.2 El fenómeno de la violencia es complejo y multifacético, afecta a todos los sectores de la sociedad y, posiblemente, siempre ha estado presente en la historia. Sus efectos se pueden comprobar en todo el mundo de varias maneras; las guerras, el terrorismo, los desastres masivos son factores desencadenantes.
Desde el principio, la enfermería se ha basado en el cuidado con una visión holística. Sin embargo, en la historia se perciben nuevas concepciones y la mejora de la enfermería que sigue actualizándose respecto al objeto de su esencia: el cuidado del paciente. Se enfatiza, entonces, la importancia de la enfermería forense, que es un aspecto de la enfermería que siempre ha estado presente en todas las áreas de la atención, así como, siempre se ha centrado en el área forense.
La enfermería moderna fue reconocida oficialmente en 1854 en la Guerra de Crimea con Florence Nightingale.3 Como premisa, se piensa que, en opinión de Florence, la enfermería debe tener una visión técnica y científica para el paciente. Esta atención innovadora brindada por Nightingale marcó la diferencia en las víctimas de la violencia generada por la guerra.
Desde esta perspectiva, si miramos en la historia verificaremos la evidencia de que el tratamiento forense dentro de la enfermería siempre ha existido. "Las ciencias médico-legales y las ciencias de enfermería surgieron entrelazadas en el siglo 18, cuando los tribunales citaron a las parteras para que dieran su opinión en situaciones de embarazo, virginidad y agresión sexual”.4 La historia de la enfermería forense está ligada a la creciente necesidad de mejorar la atención a la víctima de la violencia, en los diversos tipos de violencia que se encuentran en nuestra sociedad. La enfermería forense tiene numerosos propósitos, ya que la pérdida de vidas humanas y el probable daño físico y psicológico causado por la violencia, en sus más diversos matices, daña la vida de millones de personas en todo el mundo.5 De manera saludable, actualmente, se percibe la importancia de la enfermería forense en el contexto del cuidado y la violencia. En los primeros años de esta década experimentamos dos hechos importantes que demuestran claramente la importancia de la enfermería forense. El COVID-19, anunciado oficialmente en el discurso de apertura del Director General de la OMS en una conferencia de prensa celebrada el 11 de marzo de 2020,6 y más recientemente, la guerra entre Rusia y Ucrania que comenzó en las primeras horas del 24 de febrero, vimos los primeros ataques rusos contra ciudades ucranianas, en lo que debería ser el comienzo de una tensa confrontación, que debería impactar al mundo entero.7 La enfermería forense tiene una mirada diferenciada a sus pacientes, recoge y conserva rastros, realiza documentación completa de todos los aspectos de lesiones y muertes relacionados con la atención prestada a las víctimas. Esta información es vital con respecto a los aspectos de la prevención de la morbilidad/mortalidad. Ella cubre, en su arte de cuidar, todos los matices pertinentes al ser humano, ya sea en la esfera biopsicosocial como espiritual.
Guerras, pandemias y desastres son escenarios activos de enfermería forense, ya que la violencia no se limita al hecho, va más allá, con violencia sexual, psicológica, malos tratos, entre otros. El examen forense realizado por enfermería cubre toda la extensión céfalo-podal del individuo bajo su cuidado, realizándose de acuerdo con los pasos basados en la sistematización de enfermería (SAE), esto incluye la investigación post mortem, donde la enfermería forense identificará el trauma y el mecanismo del trauma.8 La enfermería hace que su trabajo con todo tipo de cuidados a las pacientes víctimas de violencia sean cada vez más frecuentes. La relación entre violencia y salud se ha hecho cada vez más evidente, especialmente ante las consecuencias negativas para la vida de las víctimas.9 Así, la enfermería forense es una parte fundamental de este cuidado, por lo que puede ser el puente entre la víctima y la justicia. La enfermería forense es la voz, el grito de auxilio, incluso si está oculto a las víctimas de la violencia, estén vivas o no.