Mar Rocha Martínez
En una situación demográfica como la actual, con una creciente esperanza de vida, una mayor necesidad de cuidados complejos y en la que cada vez se presta más atención a criterios como la calidad o la eficiencia, la enfermería de práctica avanzada (EPA) puede ser una respuesta al incremento del gasto sanitario, que debe hacer frente a los grandes desafíos que plantea la sociedad a los servicios de salud.
Los sistemas sanitarios en todo el mundo están buscando estrategias, estructuras y formas de trabajar de manera más coste-efectiva para proporcionar cuidados de calidad a los pacientes, su familia y su entorno, basados en la evidencia científica. La EPA, parece una figura decisiva en términos de coste y efectividad y sobre la que avanzar en el desarrollo de la Enfermería.
La figura de la EPA tiene como objetivo dar respuesta a las necesidades de cuidados de los pacientes y supone un nivel avanzado de práctica enfermera, cuyo objetivo es alcanzar todo el potencial de la utilización de competencias especializadas y de conocimiento enfermero. Para ello, las enfermeras deberían poder poner en práctica la completa formación que reciben en la universidad y alcanzar niveles de formación superior que les proporcione las capacidades y habilidades necesarias para dar respuesta a las necesidades de cuidados. Precisamente, la demanda de una formación específica por parte de las enfermeras y enfermeros, encauzada por las administraciones puede ser el impulso necesario para la creación de esta figura y dar así respuesta a las necesidades de la población, ampliando los límites de la disciplina enfermera. Hoy en día, este desarrollo de roles de enfermería de práctica avanzada (EPA) es una realidad en algunos países, aunque con desigual implantación y competencias, con una ambigüedad de roles, diferentes nomenclaturas y entornos en los que se ha aplicado, lo que dificulta las comparaciones entre países y modelos existentes. Su implantación en países como Estados Unidos y Canadá pone en evidencia que esta práctica, que surge como respuesta a las demandas de la población, se consolida gracias al desarrollo de diferentes estructuras organizacionales, educacionales y de investigación.
Aún falta en España un consenso dentro de la profesión que establezca claramente las competencias propias de la EPA, no habiendo aún una regulación formal de este nivel de desarrollo profesional. Las competencias consensuadas permitirían definir un perfil de EPA con un alto nivel en cuanto a juicio experto y autonomía profesional, capaz de influir y servir de asesor o consultor a los profesionales de su entorno, favorecer y mantener unas relaciones interprofesionales fluidas y precisas, colaborar como iguales junto con médicos y otros profesionales de la salud en el abordaje de los cambios que precisa el sistema de salud y participar en la planificación de las políticas sanitarias, ejerciendo de guía a los usuarios en su proceso asistencial, garantizando la calidad y seguridad de los cuidados. Todo ello, integrando la mejor evidencia disponible en la toma de decisiones, y con capacidad para desarrollar proyectos de investigación, y cuyo liderazgo sirva como referente en su ámbito de práctica profesional, para otras enfermeras y otros profesionales.
Si se pretende dar respuesta a las demandas sociales, se debe acompañar de un desarrollo de las estructuras u organizaciones que integren esta figura, sin olvidar su avance en la formación y la investigación, para lograr también el avance y desarrollo de la profesión. Una apuesta por la investigación permitirá documentar la contribución de la disciplina enfermera al cuidado y bienestar de la población, demostrando así la eficacia y la eficiencia de estos profesionales.
La Organización Mundial de la Salud advierte de que la falta de profesionales de la salud en muchos países significa que se requieren nuevos planteamientos. Y es aquí donde se puede plantear la necesidad y la oportunidad de establecer estrategias en las políticas sanitarias para crear este nuevo perfil enfermero aunando esfuerzos entre los profesionales, universidades y administraciones.
El futuro de la enfermería está en liderar el cambio y en la promoción de la salud de la población. Por ello es indispensable capacitar a las y los profesionales de Enfermería para afrontar todos los retos que se le presenten en el futuro. En España, el desarrollo de la EPA debería estar precedido de un análisis de la situación y una planificación adecuada, que se acompañe de un marco legislativo. Esta política sanitaria debe basarse en la evidencia que proporciona el desarrollo de esta figura y en la optimización de la enfermería en la atención a la salud al aumentar sus competencias, si de verdad se quiere apostar por una estrategia efectiva que mejore los servicios de salud.
Mar Rocha Martínez Enfermera