Angel C. Boned Galán, María Nieves López Ibort, Ana Mª Gascón Catalán
Introducción: La COVID-19 causada por el SARS-CoV-2, ha sido un desafío sin precedentes para la comunidad sanitaria de todo el mundo.
La alta capacidad de transmisión, su variabilidad de presentación clínica desde formas asintomáticas o leves, que pueden pasar inadvertidas pero pueden seguir transmitiendo la enfermedad, a afectaciones respiratorias severas que pueden conducir a la muerte, han colapsado los hospitales y a la sanidad pública. La falta de recursos tanto materiales como humanos, la alta tasa de contagios en los sanitarios, el miedo a contagiar a los familiares, la reorganización de la atención hospitalaria, el acompañamiento de la soledad y la angustia de los enfermos de COVID y sus familiares, ha supuesto un elemento estresante para los trabajadores de la sanidad, tanto a los que prestan una atención directa a los pacientes como a los gestores. Esta situación mantenida en el tiempo ha podido afectar a la salud tanto física como psicológica de los profesionales de la salud. La calidad del sueño es un indicador del bienestar psicológico y se ve fácilmente alterado ante situaciones que generen preocupación. La falta de calidad del sueño a su vez repercute en el individuo a muchos niveles, no solo en la salud sino también en el rendimiento laboral. Para evaluar el impacto de esta crisis sanitaria en el bienestar psicológico de las gestoras sanitarias, se va a analizar si se ha visto afectado el sueño en distintos momentos en relación con la pandemia. Por ello, nuestro objetivo ha sido valorar la calidad del sueño en las supervisoras de enfermería antes de la pandemia, durante el confinamiento y tras este.
Metodología: Se ha realizado un estudio descriptivo longitudinal retrospectivo. La muestra ha estado constituida por 87 supervisores de área y de unidad de un hospital de tercer nivel. Se recogieron variables sociodemográficas y laborales. Se cuantifico la calidad del sueño, mediante una escala analógica, en tres momentos: antes de la pandemia, durante el confinamiento y después de este. Además, tras el confinamiento, para analizar los distintos componentes en relación a la calidad del sueño se utilizó el cuestionario: Índice de Calidad de Sueño de Pittsburgh (PSQI). Para el análisis de los datos se emplearon los test para medias relacionadas de Wilcoxon y de Friedman y los test no paramétricos U de Mann Whitney o el test de Kruskal Wallis. Se consideró que las diferencias eran estadísticamente significativas cuando p<0,05.
Resultados: Las supervisoras fueron principalmente mujeres (86,2%), con una edad de entre 36 y 55 años (60,1%). El 78,2% trabaja en una unidad con atención a pacientes COVID o gestiona recursos humanos y recursos materiales en relación a pacientes COVID.
La calidad del sueño se ha visto modificada por la pandemia. Existen diferencias significativas al considerar los distintos momentos analizados: el periodo previo al confinamiento vs el confinamiento (p<0,001), el confinamiento vs después de él (p<0,001), antes vs después del confinamiento (p <0,001) y al considerar los cambios a lo largo de los tres periodos de tiempo (p <0,001). Se observa valores medios más bajos en el confinamiento que mejoran cuando este termina sin alcanzar los valores iniciales (p<0,001). Estos cambios detectados en la calidad del sueño, al comparar los tres momentos del estudio, se siguen observando al considerar las variables sociodemográficas y laborales.
Durante el confinamiento las supervisoras que trabajaban en atención/gestión a pacientes COVID, tuvieron una mayor afectación de la calidad del sueño (4,91) respecto a las supervisoras que trabajaban en unidades no COVID (6,11) (p=0,03). Tras el confinamiento, un 50,6% de las participantes describen la calidad del sueño como bastante mala o muy mala y un 83,9%, duerme menos de 7 horas. El valor medio del índice de la calidad del sueño es de 8,45, valores indicativos de una afectación global de la calidad del sueño.
Conclusión: La calidad del sueño de las supervisoras se ha visto afectada por la pandemia, alcanzando el valor más bajo en el confinamiento, sin recuperarse totalmente tras este. Está afectación ha sido generalizada no dependiendo de las características personales ni laborales. Es urgente establecer medidas de apoyo orientadas al profesional sanitario que les de herramientas para poder gestionar el estrés y crear un ambiente saludable que les permita trabajar en las mejores condiciones posibles