Entre otras funciones y procesos isiológicos, la acción de la glándula tiroides se relaciona con la sensibilidad de nuestro organismo al frío, la temperatura y el desgaste corporal, la frecuencia cardíaca, la vitalidad mental, emocional y física y, en los niños, en el desarrollo intelectual y de la talla. Los trastornos que la afectan no suelen entrañar un riesgo directo para la vida, pero sí pueden comprometer su calidad, por su impacto sobre la salud general.