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Ana Belén López Pérez, Macarena Sánchez Moreno, María Casas Almécija
Una de las medidas que se llevaron a cabo durante el estado de alarma para limitar la expansión del virus al inicio de la pandemia por COVID-19, fue el confinamiento estricto. Este confinamiento propició una serie de elementos que supusieron un caldo de cultivo para el debut de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) y el empeoramiento de los que ya estaban diagnosticados. Presentamos el abordaje del caso de una paciente adolescente que inició seguimiento en la Unidad de Salud Mental Infanto-juvenil (USMIJ) tras debutar con posible inicio de anorexia nerviosa después del aislamiento estricto de 2020. Identificamos cómo la ruptura de las rutinas alimentarias, la baja actividad física y la excesiva exposición a redes sociales, entre otros factores, fueron los desencadenantes de una obsesión por su imagen corporal que conllevó a una baja autoestima, una restricción alimentaria y un estado de ansiedad prepandial
One of the measures that were carried out during the state of alarm to limit the spread of the virus at the beginning of the COVID 19 pandemic, was strict confinement. This confinement led to a series of elements that were a breeding ground for the debut of eating disorders (TCA) and the worsening of those already diagnosed. We present the approach to the case of an adolescent patient who began follow-up at the Children’s and adolescent mental health unit after debuting with anorexy after strict isolation in 2020. We identify as a breakdown of eating routines, low physical activity and excessive exposure to social networks, among other factors, triggers of an obsession with her body image that led to low self-esteem, food restriction and a state of pre-pregnancy anxiety.
