Leyre Ezpeleta Esteban, Pablo Bellostas Muñoz, Mariana Paz Coll Ercilla, Antonio García Ruiz, Raúl Pablo Gormaz, Daniel Marro Hernández
Con el desarrollo de las últimas décadas y la disminución de la mortalidad por accidentes o enfermedades la seguridad del paciente se ha convertido en una prioridad para los sistemas sanitarios. Con este objetivo se han elaborado diferentes herramientas a lo largo de los años que, aunque no se puede destacar ninguna sobre las demás, sí que se sabe que cuantas más barreras menos posibilidad de error.
Una de las herramientas más conocidas es la lista de verificación, usada por primera vez en 1935 resulta un medio sencillo y eficaz para minimizar riesgos por excesos de confianza o despistes. Están diseñadas para comprobar y registrar los distintos pasos que garantizarán la seguridad del procedimiento.
Una de las más conocidas es la lista de verificación quirúrgica desarrollada conjuntamente por un equipo multidisciplinar, contempla 10 objetivos para el acto quirúrgico, dividiendo el mismo en tres fases (entrada, pausa y cierre). En cada fase la persona encargada de completar la lista debe confirmar que todo el equipo ha realizado sus tareas con el fin de poder pasar a la siguiente fase. La rutina y las prisas pueden conducir a asumir por correctos ciertos pasos y comprometer así la seguridad del paciente en el acto quirúrgico.
With the development of recent decades and the decrease in mortality due to accidents or illnesses, patient safety has become a priority for healthcare systems. With this objective in mind, different tools have been developed over the years which, although none can be singled out above the others, it is known that the more barriers there are, the less chance of error.
One of the best known tools is the checklist, first used in 1935, which is a simple and effective means of minimising risk due to overconfidence or absent-mindedness. They are designed to check and record the various steps that will ensure the safety of the procedure.
One of the best known is the surgical checklist, developed jointly by a multidisciplinary team, which includes 10 objectives for the surgical procedure, dividing it into three phases (entry, pause and closure). In each phase, the person in charge of completing the checklist must confirm that the entire team has completed their tasks in order to be able to move on to the next phase. Routine and haste can lead to the assumption that certain steps are correct and thus compromise the safety of the patient in the surgical procedure.