Lydia Feito Grande, Tomás Domingo Moratalla
La pandemia nos ha colocado en una situación de extrañamiento hacia nosotros mismos. Hemos sido muy conscientes de nuestra vulnerabilidad y fragilidad. A través de los relatos de las experiencias vividas hemos conocido y asistido a circunstancias trágicas en las que se han puesto de manifiesto lo inhóspito y el descuido. Nos ha conmocionado la toma de conciencia sobre la falta de reconocimiento, de acompañamiento, de acogida. Las decisiones institucionales han primado la Salud Pública, el bien de todos, pero se han olvidado de las biografías de las personas, llenas de sufrimiento. Y esto ha producido un daño moral, una pérdida de la confianza, una sensación de injusticia ante la que no se ha podido luchar. Por eso es necesaria una construcción de la hospitalidad que se puede lograr a través del cuidado. Un cuidado con dimensión política que se haga cargo de la realidad y que transforme la sociedad. La clave es una responsabilidad solidaria. Ante la posibilidad de deshumanizarnos buscamos la hospitalidad como forma alternativa de narrar las vidas que tienen que reconstruirse, que tienen que reaprender cómo cuidarnos mutuamente en medio de las múltiples posibilidades de extrañamiento que nos amenazan. La hospitalidad es el corazón de una ética narrativa a la altura de nuestro tiempo.
The pandemic has placed us in a situation of estrangement from ourselves. We have been acutely aware of our vulnerability and fragility. Through the stories of lived experiences, we have learned about and witnessed tragic circumstances in which inhospitality and neglect have become evident. We have been shocked by the awareness of the lack of recognition, accompaniment and welcome.
Institutional decisions have prioritized public health, the good for all, but have forgotten the biographies of people, full of suffering.
And this has produced a moral damage, a loss of trust, a feeling of injustice that we have not been able to fight against. This is why it is necessary to build hospitality, which can be achieved through care. Care with a political dimension that takes charge of reality and transforms society. The key is a responsibility in solidarity. Faced with the possibility of dehumanizing ourselves, we seek hospitality as an alternative way of narrating lives that have to be reconstructed, that have to relearn how to take care of each other amidst the multiple possibilities of estrangement that threaten us. Hospitality is at the heart of a narrative ethics at the height of our times.