M. de la Fuente
El sistema inmunitario, que permite la defensa de nuestro organismo frente a los procesos infecciosos y la malignizarían, es un excedente marcador de salud y longevidad. La realización de ejercicio físico incide en los componentes celulares y moleculares del sistema inmunitario. Mientras que el sobre entrenamiento deteriora la funcionalidad de este sistema, la realización del ejercicio moderado la mejora significativamente.
En el envejecimiento, proceso debido fundamentalmente a la oxidación que tiene lugar en el organismo por los radicales libres de oxígeno que se producen en la continua utilización del oxígeno por nuestras células, se da un deterioro del sistema inmunitario. Funciones importantes para la defensa del organismo como la respuesta proliferativa de los linfocitos a los antígenos, o la actividad antitumoral de las células NK se encuentran disminuidas, mientras que otras que pueden resultar perjudiciales si se activan excesivamente, como la producción de radicales libres, la adherencia de los leucocitos a los tejidos o la liberación de citoquinas proinflamatorias como el factor de necrosis tumoral (TNFa), están estimuladas. Todo ello representa un estrés oxidativo, esto es, un desbalance entre niveles de oxidantes y de antioxidantes a favor de los primeros.
La realización de ejercicio físico moderado por individuos viejos, tanto animales de experimentación como seres humanos, "rejuvenece" el sistema inmunitario de los mismos, alcanzándose en los parámetros inmunitarios los valores de individuos adultos. En hombres y mujeres de 65-75 años se consiguió ese "rejuvenecimiento" tras seis meses de realizar un programa de ejercicio basado en el desarrollo de fuerza muscular, recuperándose los valores iniciales tras seis meses de inactividad física. El efecto positivo del ejercicio resulta aun más evidente en ancianos con mayor deterioro inmunitario como el que presentan los hipertensos.
Ese efecto "rejuvenecedor" del ejercicio físico moderado sobre el sistema inmunitario en la vejez, semejante al que hemos encontrado que ejerce la ingestión de suplementos antioxidantes, parece deberse, entre otras cosas, a la capacidad de dicho ejercicio, per se o a través de los factores que se liberan en la realización del mismo, de aumentar los niveles de antioxidantes de las células inmunitarias, inhibiendo el estrés oxidativo que experimentan las mismas con el envejecimiento. Así, el ejercicio físico moderado incide mejorando el sistema inmunitario y los otros sistemas reguladores, el sistema nervioso y el endocrino, con los que se encuentra íntimamente relacionado, evitando o enlenteciendo el deterioro homeostático que tiene lugar al envejecer y consecuentemente disminuyendo la morbilidad y mortalidad, lo que supone una mejora en la salud del individuo y en su calidad de vida.