Objetivo: Los déficits de liderazgo y la mala comunicación científica sobre el COVID-19 (C-19) vinculan el cambio de riesgo y la vacilación ante la vacunación con problemas de seguridad para las enfermeras y el público en general.
Antecedentes: Se puede confiar en las enfermeras, especialmente en estos tiempos caóticos, para que presten una información fiable sobre el C-19. La gratitud expresada públicamente a las enfermeras sirve de poco para mejorar los entornos laborales que el C-19 ha hecho más precarios. El apoyo práctico puede ayudar a retener a las enfermeras en el sistema sanitario.
Discusión: La confianza pública en los gobiernos se ha desvanecido durante la pandemia. La población está confundida debido a la inconsistencia en las informaciones y fragilidad de los servicios. Los medios editoriales que producen publicaciones de baja calidad socavan la información científica e impiden el flujo de la información sobre la investigación de alta calidad.
Conclusión: La ciencia puede asesorar sobre los itinerarios de los riesgos del C-19, pero son los políticos y los funcionarios gubernamentales quienes deciden la política sobre si aceptar la ciencia y establecer un nivel de riesgo aceptable para el público en general. Los itinerarios problemáticos de publicación y comunicación de la información esencial contribuyen a la incertidumbre pública y enflaquecen la confianza en las vacunas, en las estrategias de salud pública y en las políticas de inmigración y cuarentena.
Implicaciones: La seguridad de las enfermeras debe ser fundamental en las deliberaciones sobre políticas que afectan a la transmisión o al gasto en la reducción del riesgo de infección. Las políticas que ponen a las enfermeras en mayor riesgo estimulan a las que tienen opción de abandonar un empleo inseguro en el sistema sanitario. Se necesita con urgencia investigación sobre sistemas de calidad que mejoren las vías de comunicación para apoyar a la práctica. Las enfermeras confían en las fuentes de información sobre la investigación para obtener evidencia creíble que respalde su práctica clínica.
Correr riesgos es la consecuencia no deseada de una política pública sobre vacunación, inmigración, viajes internacionales, cuarentena y detección del C-19. Los gobiernos deben aceptar su rol en la generación de desconfianza pública hacia las vacunas y no juzgar las decisiones de las personas siguiendo la información disponible. La manipulación política de los datos del C-19 debe exponerse para permitir la planificación de la recuperación.