El 2022 se presenta como un año lleno de retos para la Enfermería. Y no hablo sólo de cómo resolver el impacto que la pandemia está ejerciendo sobre nosotras en términos de fuerza laboral tras los casi dos años brindando cuidados en circunstancias insostenibles en términos de seguridad física y emocional, de la gran carga asistencial y del agotamiento de las “reservas” de mano de obra. Hablo también del reto que tenemos desde el desarrollo disciplinar y de la oportunidad que se nos abre de ganar cotas de visibilidad e identidad como ámbito de conocimiento científico singular y propio, que debemos aprovechar.
El 29 de septiembre de 2021 se publicó el Real Decreto 822/2021 por el que se establece la organización de las enseñanzas universitarias y del procedimiento de aseguramiento de su calidad. Esta norma introduce una modificación significativa al cambiar la adscripción de los títulos de Grado y Máster, de las cinco ramas de conocimiento a los denominados ámbitos de conocimiento; y aquí, si se encuentra como ámbito específico la Enfermería, en este primer nivel de clasificación de los títulos oficiales. Esto no solo puede tener un impacto real en el desarrollo académico, profesional y laboral de la enfermería, y en toda la sociedad.