Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS)1 la inactividad física es el cuarto factor de riesgo a nivel mundial de mortalidad, sólo por detrás de la hipertensión, el consumo de tabaco y la hiperglucemia. Además, es uno de los principales factores de riesgo de enfermedades no transmisibles como son las patologías cardiacas, el cáncer o la diabetes. La obesidad infantil es un problema de salud pública de magnitud creciente, con inicio cada vez en edades más tempranas, con consecuencias físicas, psíquicas y sociales para la salud, en su día a día y en la edad adulta como mayor probabilidad de obesidad, muerte prematura y discapacidad1,2,3.