Joan Guix Oliver
Se pretende plantear el potencial interés que los principios y experiencias de la denominada economía conductual tienen en el terreno de la salud pública y, más concretamente, en los cambios conductuales, substituyendo conductas nocivas para la salud por conductas salutogénicas, respetando la libertad final de elección de la persona.
En el artículo revisamos las bases de la economía conductual, haciendo hincapié en los trabajos de Tversky y Kahneman, con su planteamiento de la teoría prospectiva y el rol de los niveles de actividad cerebral 1 (automático) y 2 (reflexivo) en la toma de decisiones.
A partir de estos planteamientos Thaler y Sustein identifican una serie de sesgos que serán utilizados como herramientas para facilitar los cambios conductuales mediante un conjunto de actuaciones “que modifican la conducta de las personas de una manera predecible sin prohibir ninguna opción ni cambiar de forma significativa sus incentivos económicos” basándose en el denominado paternalismo libertario.
Revisamos su interés en salud pública, citando algunos estudios empíricos que demuestran su alto nivel de efectividad y eficiencia, plasmado en la creación de Unidades de Nudges en diversos países, y llegando a la conclusión de que esta puede ser una herramienta interesante para añadir, no para substituir, a las técnicas clásicas de la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad.
This paper intends to raise the potential interest that the principles and experiences of the so-called behavioral economy have in the field of public health and, more specifically, in behavioral changes, thus substituting harmful behaviors to health for salutogenic behaviors while respecting the final freedom of choice of the person.
In this article, we review the foundations of behavioral economics, emphasizing the work of Tversky and Kahneman and their approach to prospective theory and the role of brain activity levels 1 (automatic) and 2 (reflective) in decision making process.
On the basis of these approaches, Thaler and Sustein identify a series of biases that will be used as tools to facilitate behavioral changes through a set of actions “that modify people’s behavior in a predictable way without prohibiting any option or significantly changing their economic incentives” based on the so-called libertarian paternalism.
We review its interest in public health, citing some empirical studies that demonstrate its high level of effectiveness and efficiency, reflected in the creation of Nudge Units in various countries, and concluding that this can be an interesting tool to add (not to replace) the classical techniques of health promotion and disease prevention.