Roberto Petidier Torregrosa, Pedro Abizanda Soler , Alicia Noguerón García, María Gonzalo Lázaro, José Gutiérrez Rodríguez, Pedro Gil Gregorio, Francisco Javier Martín Sánchez, Pedro Ruiz Artacho, Oscar Duems Noriega, Fernando Veiga Fernández
El envejecimiento es un importante factor de riesgo para desarrollar una fibrilación auricular. Se estima una prevalencia de hasta el 9-10% en mayores de 80 años, y se asocia a un incremento de 4-5 veces del riesgo de tener un ictus embólico con un aumento de 1,45 veces por cada década. Además las personas mayores tienen mayor riesgo de desarrollar una hemorragia severa en el seno del tratamiento anticoagulante oral. Esta revisión se enfoca en el papel de los nuevos anticoagulantes no antagonistas de la vitamina K (anticoagulantes orales directos) en población anciana con comorbilidades asociadas, como insuficiencia renal, enfermedad coronaria, polifarmacia o fragilidad. En sujetos de 75 y más años, los ensayos randomizados con anticoagulantes orales directos han demostrado ser tan efectivos, o incluso superiores, a la warfarina, con un buen perfil de seguridad, basado en tasas reducidas de hemorragia intracraneal. Debe de plantearse realizar una valoración geriátrica integral, que incluya riesgos y beneficios de la terapia, riesgo de ictus, función renal, estado cognitivo, movilidad y riesgo de caídas, polifarmacia, valoración nutricional y expectativa de vida, antes de iniciar una anticoagulación oral en ancianos.
Aging is an important risk factor for patients with atrial fibrillation. The estimated prevalence of atrial fibrillation in patients aged ≥80 years is 9–10%, and is associated with a four to five fold increased risk of embolic stroke, and with an estimated increased stroke risk of 1.45-fold per decade in aging. Older age is also associated with an increased risk of major bleeding with oral anticoagulant therapy. This review will focus on the role of oral anticoagulation with new oral anticoagulants, non-vitamin K antagonist in populations with common comorbid conditions, including age, chronic kidney disease, coronary artery disease, on multiple medication, and frailty. In patients 75 years and older, randomised trials have shown new oral anticoagulants to be as effective as warfarin, or in some cases superior, with an overall better safety profile, consistently reducing rates of intracranial haemorrhages. Prior to considering oral anticoagulant therapy in an elderly frail patient, a comprehensive assessment should be performed to include the risks and benefits, stroke risk, baseline kidney function, cognitive status, mobility and fall risk, multiple medication, nutritional status assessment, and life expectancy.