Juan José Ballester Alfaro, M. Morales García, José Sueiro Fernández, T. Vela Panés
Las fracturas graves de pelvis conllevan importantes problemas en la reanimación aguda y en el tratamiento definitivo. La mortalidad en estos pacientes varía desde el 15% hasta el 50% en las fracturas abiertas. Aproximadamente el 20% de los pacientes que tienen fracturas de pelvis por alta energía tendrán también una inestabilidad hemodinámica directamente relacionada con la pérdida sanguínea debida a la lesión pélvica. El tratamiento apropiado no solo está relacionado con el grado de lesión osteoligamentaria y el desplazamiento de los fragmentos, sino también con la presencia de lesiones asociadas de las extremidades, abdominales, torácicas, y de la cabeza. La principal prioridad en el manejo del politraumatizado es salvar la vida del paciente, lo que depende de un diagnóstico exacto del tipo de fractura y la necesidad de la estabilización temporal precoz del anillo pélvico. La mayoría del sangrado que se produce en las fracturas pélvicas es venoso, procedente del hueso esponjoso o del plexo venoso lumbar retroperitoneal. La hipotensión asociada con fracturas de pelvis continua representando uno de los mayores desafíos en la práctica clínica. Debido a las potenciales lesiones asociadas, el establecimiento de guías claras o algoritmos de tratamientos llegan a ser tan complejos que no son útiles. Basándonos en la revisión de la literatura, nos centramos en cuatro cuestiones esenciales en cuanto al manejo de la pelvis inestable en la escena del accidente y en las decisiones respecto al papel de la estabilización externa, la angiografía pélvica y posible embolización, y la laparotomía