• El tratamiento anticoagulante ha demostrado una gran eficacia en la prevención de ictus y enfermedad tromboembólica, asumiendo un ligero incremento en el riesgo de sangrado.
• Es recomendable que el paciente esté informado de cómo actuar ante situaciones frecuentes de la vida cotidiana, así como qué debe hacer ante sangrados tanto leves como importantes.
• El paciente debe informar al personal sanitario de que está siguiendo un tratamiento anticoagulante cuando acuda a consultas, urgencias, pruebas diagnósticas o intervenciones quirúrgicas.
• Los fármacos antivitamina K precisan una monitorización estrecha de su efecto, y debido a sus interacciones farmacológicas y alimentarias, una estabilidad y constancia tanto en los tratamientos adicionales como en la dieta.
• Los anticoagulantes orales de acción directa, aunque no precisen monitorización de su efecto, sí precisan, como cualquier tratamiento crónico, un adecuado seguimiento.