Introducción: La población de personas supervivientes de cáncer es cada vez mayor a nivel mundial. En España se estima que existen alrededor de 1.500.000 supervivientes de cáncer. Muchas personas perciben este momento de fin de los tratamientos con miedo y con sentimientos de abandono y desprotección. Algunos estudios ponen de manifiesto los efectos secundarios a largo plazo y las alteraciones psicológicas y desvelan que con frecuencia las necesidades de estas personas no se encuentran bien cubiertas.
Objetivo: Identificar y describir las necesidades no cubiertas de personas supervivientes de cáncer en la fase extendida y permanente.
Método: Revisión crítica de la literatura en las bases de datos Medline, CINAHL, PsycINFO, Cochrane, Embase y Cuiden y búsqueda manual en las revistas Journal of Cancer Survivorship y European Journal of Cancer Care. Criterios de inclusión: estudios publicados en los últimos 10 años (2009-2019); en castellano e inglés; adultos > 18 años en la fase de supervivencia extendida o permanente. Para asegurar la calidad de los estudios se utilizaron los criterios de las guías CASPe. Se realizó un análisis por categorías agrupando la información relevante.
Resultados: De los 1.035 artículos encontrados en la búsqueda, un total de 17 artículos fueron incluidos en el análisis final. Los hallazgos evidencian tres tipos de necesidades no cubiertas: físicas, psicosociales y espirituales. Estas personas necesitan recibir soporte para hacer frente a diferentes secuelas físicas como el cansancio, dolor, alteraciones digestivas, chemobrain, cambios en la imagen física y en la esfera sexual. A nivel psicosocial necesitan superar el cambio en el autoconcepto y en los roles habituales, el miedo a la recidiva, el malestar emocional y a veces el aislamiento social. Los estudios también recogen necesidades espirituales no cubiertas como la necesidad de redefinir el significado de la vida y replantearse las prioridades.
Conclusiones: Las personas supervivientes de cáncer se enfrentan a una “nueva normalidad” a la que tienen que adaptarse con frecuencia sin la ayuda de los profesionales, ya que a partir del fin de los tratamientos el seguimiento es más espaciado y con frecuencia solo dirigido a la realización de pruebas para la detección precoz de posibles recidivas. Los resultados evidencian que las personas supervivientes necesitan una atención integral y continuada que responda a sus necesidades. Es necesario crear espacios donde poder llevar a cabo una valoración integral de estas necesidades y diseñar intervenciones para dar respuesta de manera multidisciplinar.