Pablo Molanes Pérez
Se dice que París es una ciudad que tiene por arrabales a toda la Francia, sin embargo hay mucho más que ver que París. En Languedoc, a pocas horas de la frontera española, se encuentra la ciudad de Montpellier. En esta dinámica ciudad, vinculada desde sus orígenes a la medicina, podemos visitar uno de sus tesoros, único en el mundo, su Conservatorio Anatómico. Depositario de más de 5600 objetos vinculados al estudio de la medicina, estuvo cerrado durante diez años. Actualmente la única forma de visitarlo es en visitas guiadas organizadas por el servicio de turismo del Ayuntamiento de Montpellier. Se trata, después de Salerno, del centro de enseñanza médica más antiguo de occidente. Los orígenes de la enseñanza de la medicina se remontan a 1150. En 1181 el señor de Montpellier, Guilhem VIII promulga un edicto permitiendo el ejercicio libre de la medicina, sin importar orígenes ni creencias, esto convierte Montpellier, una pequeña villa crecida entorno a las rutas comerciales entre la península ibérica, Italia y Francia, en un lugar atractivo para asentarse y ejercer la profesión, siendo un lugar de convergencia de todos los saberes medicales. A partir de 1220 el papa Honorius III reconoce la enseñanza y la práctica de la medicina en Montpellier, dándole su primer marco institucional. En 1289 se unifican en un mismo cuerpo las tres escuelas existentes en Montpellier, creándose la Universidad de Montpellier, gracias a la bula del papa Nicolas IV [Fragmento de texto]