Granada, España
Uno de los signos de la inconstancia de nuestro tiempo es el hecho de que las reformas y las contrarreformas se lleven a cabo simultáneamente. El caso de la reforma de Bolonia es emblemático en este sentido. Los primeros graduados en Enfermería en España apenas acababan de obtener sus flamantes títulos que les equiparaban en derechos y obligaciones a cualesquier otros titulados universitarios. Varias generaciones de enfermeras saludaban efusivamente la normalización del título como una oportunidad de normalizar también la posición institucional de la profesión. Parecía culminarse un proceso reivindicativo de casi cuatro décadas que dejaba fuera de toda duda la vocación universitaria plena de la Enfermería [Fragmento de texto]