Una de las funciones esenciales de la salud pública es reducir el impacto de las situaciones de emergencia, de aquí la necesidad de contar con sistemas de alerta y respuesta rápida. La demanda social como reacción a las enfermedades emergentes y reemergentes, la exposición a riesgos ambientales y la posibilidad de ataques bioterroristas son las circunstancias que han contribuido, en mayor medida, a la puesta en marcha de estos sistemas basados en modelos matemáticos.
La información se obtiene de fuentes muy diversas (p. ej., datos de laboratorio, médicos centinela, o visitas a determinadas páginas web) se integra y, una vez detectada la situación anómala que determina la alerta, se establecen rápidamente medidas de control que permitan reducir los riesgos y limitar los daños.