Nazaret Muñoz Maza, Elena Arias Gómez, Cristina Miguel Atanes, Carmen Martín Salinas
Objetivo: Identificar a los pacientes de mayor edad que ingresan en situación de riesgo nutricional.
Método: Estudio descriptivo transversal realizado con 30 pacientes de 65 y más años que ingresaron durante el mes de octubre de 2019 en las unidades de medicina interna, cirugía general y traumatología de un hospital de tercer nivel del Servicio Madrileño de Salud. Las variables del estudio se estratificaron según el perfil sociodemográfico de la población y el ingreso en medicina interna, cirugía general y/o traumatología.
Resultados: Han participado 30 pacientes, que ingresaron en cirugía general, medicina interna y traumatología. Tras la aplicación de una herramienta de cribado, se observó riesgo nutricional en todos ellos. Tras la realización del test de Kruskal-Wallis para la comparación de las edades de las personas incluidas en cada grupo no se pudieron determinar diferencias estadísticamente significativas. Igualmente, tampoco se pudo relacionar el riesgo de desnutrición con la unidad de ingreso tras la realización de la prueba de Chi-cuadrado.
Conclusiones: Las enfermeras pueden incorporar en sus actividades de valoración una herramienta de cribado nutricional para identificar a los pacientes en situación de riesgo antes de la interrelación con otros factores secundarios a la hospitalización y al motivo de ingreso, y prevenir de esta forma, el incremento de la morbilidad durante el ingreso y la tasa de reingresos después del alta, así como mejorar la calidad de vida, disminuir la estancia hospitalaria, el gasto sanitario y los índices de mortalidad.
Objective: To identify older patients at nutritional risk admitted to the hospital.
Methods: A cross-sectional descriptive study carried out with 30 patients aged 65 and over, who were admitted in October 2019 to internal medicine, general surgery and traumatology units at a third-level hospital belonging to the Madrid Health Service. The study variables were stratified according to the social-demographic profile of the population and the hospital admission to the internal medicine, general surgery or traumatology units.
Results: A total of 30 patients who were admitted to internal medicine, general surgery and traumatology units participated. After the application of a screening tool, nutritional risk was observed in all of them. After the age comparison of the people included in each group performed using the Kruskal-Wallis test, no statistically significant differences were detected. In the same way, the Chi-Square test showed that nutritional risk is not associated with the admission unit.
Conclusion:Nurses can integrate a nutrition screening tool in the nursing assessment with the aim of identifying the patients at risk before the interrelation between other factors due to hospitalization and the reason for admission. Consequently, preventing the increase of morbidity during hospitalization and the readmission rates after hospital discharge, as well as improving life quality, reducing the hospital stay, the health spending and the mortality index