La frontera que delimita un procedimiento como experimental, innovador o establecido, dentro del proceso médico asistencial, suele ser imprecisa en gran parte de los casos. Aún lo es más en el campo quirúrgico y de los productos implantables que difieren sustancialmente de las intervenciones terapéuticas farmacológicas, que están mucho más reguladas. Sin embargo, tanto ética como científicamente, conviene delimitar al máximo el carácter de las distintas intervenciones médicas que se aplican en sujetos humanos, sin dejar a criterio individual el margen de discreción existente hoy en día, especialmente en la innovación quirúrgica. El examen de forma externa e independiente del cociente beneficio/riesgo de la innovación propuesta ha de permitir transparentar, en la relación médico-paciente, el carácter particular de la técnica, así como los requerimientos éticos y científicos para su evaluación más apropiada.