Las sociedades modernas se caracterizan por la pluralidad y el multiculturalismo, donde conviven diversos modelos de personas con formas y estilos de vida diferentes, lo que en muchos casos conduce a la confrontación ideológica en diversos frentes. La salud, con un marcado componente social y cultural es uno de ellos, de forma que las divergencias conceptuales en torno a la salud de cada grupo o sociedad llevan a esos choques que obligan a los sistemas de salud y a la bioética a pronunciarse ante muchas cuestiones, tales como determinar si la identidad cultural debe prevalecer ante el derecho a la salud o si las tradiciones culturales observadas bajo el prisma del relativismo deben prevalecer ante el derecho de los individuos a su propio cuidado. Las respuestas quizá se encuentren en el diálogo entre culturas, de modo que permitan compartir un mínimo moral común para el análisis de cada caso concreto.