Cada año, el 15% de los profesionales sanitarios en nuestro país se ven involucrados en un evento adverso1. Un daño inesperado y no deseado a los pacientes a quienes cuidan, que podría haberse evitado en el 42,8% de los casos, prácticamente la mitad2. Para los pacientes y sus familiares, sufrir un daño como consecuencia de la asistencia sanitaria, es lo último que esperan3. Para los profesionales, dañar a sus pacientes es lo último que desean. Los seres humanos somos falibles, podemos fallar. Es esperable que las personas cometan errores, por lo que las barreras de seguridad que cierran el paso al error, evitando que se "cuele" a través de los agujeros del sistema, son fundamentales. Peter Pronovost resume estas barreras, que son la base del diseño seguro, de la siguiente forma: estandarizar, elaborar listados de verificación para asegurar que no se dejan de hacer las cosas que son importantes, introducir verificaciones independientes (doble comprobación por otro compañero, o sistemas de aviso [seguir leyendo].