En los últimos decenios, los cambios en los patrones demográficos y epidemiológicos de la población de muchos países aumentaron la relevancia relativa de las enfermedades no transmisibles (ENT) y sus factores de riesgo como condicionantes en su prevalencia. Entre los determinantes de las ECNT, existen un conjunto de factores de riesgo comportamentales que están relacionados con modos de vida susceptibles de modificación (1).