El riesgo actual de adquirir una infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) a través de la recepción de una transfusión de sangre o derivados sanguíneos es muy reducido en la mayoría de los países desarrollados. El elevado nivel de bioseguridad alcanzado en las transfusiones de sangre en los últimos años se debe principalmente al éxito en la mejora de los métodos de selección de los donantes, al igual que al adelanto tecnológico de las pruebas de detección e inactivación de agentes infecciosos en sangre y derivados sanguíneos. En este sentido, la implantación de métodos de detección de ácidos nucleicos (NAT) para el VIH y el virus de la hepatitis C (VHC) en los bancos de sangre de EE.UU. ha supuesto un avance decisivo a la hora de reducir al mínimo el riesgo residual de transmisión de estas infecciones a través de transfusiones sanguíneas. El análisis global de los primeros 4 años de experiencia en el uso de NAT en bancos de sangre de EE.UU. plantea la posibilidad de su implantación en bancos de sangre europeos, dado el mayor rendimiento alcanzado en la detección de infecciones en individuos que se encuentran en estadios muy tempranos de la infección, cuando aún no se ha desarrollado una respuesta serológica de anticuerpos.